Creada por Hamilton en 1960, es una escala de autoevaluación que consiste en obtener una medida del estado depresivo. No es un instrumento diagnóstico y debe utilizarse solamente una vez que se ha establecido el diagnóstico de depresión, para evitar que otras patologías puedan influir en la evaluación final. En la HAM-D los criterios de valoración se representan preferentemente por los temas, la integración tras una valoración objetiva y la exposición subjetiva de los síntomas. Esta estructura y la distinta importancia concedida a algunos de los síntomas respecto a otros, hace a esta escala un instrumento idóneo para la evaluación de las formas graves de depresión.